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Las religiosas dejaron de tener "presencia permanente" en la ciudad, un hecho histórico para Santa Elena. Antes de viajar este domingo a sus nuevos destinos, la Hermana Carmen Korol habló con La Sexta y explicó los pormenores de la decisión. "Me da dolor y tristeza pero estoy agradecida a la vida", dijo

Por: Elías Moreira Aliendro

 

Tras 66 años de presencia ininterrumpida en Santa Elena, las Hermanas de San Antonio de Padua se fueron este domingo “transitoriamente”.  

Así lo expresó en diálogo con La Sexta la Hermana Carmen Beatriz Korol, una de las dos religiosas que quedaban en la ciudad y vivían en la residencia contigua al Colegio San Antonio, sobre calle Belgrano 403. Desde 1952, el de Santa Elena forma parte de los siete establecimientos de educación y formación que la Congregación -fundada en 1889 por la Madre Antonia Cerini- tiene en el país. Además, cuentan con colegios en Colombia y un hogar de niños en Bolivia.

--Lo que decimos no es un adiós sino un hasta luego. Mi nuevo destino es Mercedes -Buenos Aires- y el de la Hermana Dora, Pompeya -Capital Federal-. Es verdad que no habrá una comunidad de hermanas aquí en Santa Elena, pero es algo transitorio y me gustaría dejar en claro que de ninguna manera nos vamos; simplemente es una nueva modalidad de nuestra presencia, una forma distinta de seguir animando a esta comunidad educativa tan querida. Por eso, está el compromiso de las Hermanas de acompañar a la obra desde la comunidad de Tala -en Entre Ríos, donde también tienen un colegio- en conjunto con el grupo de hermanas y laicos que siempre visitan y acompañan los colegios de la Congregación --indicó la religiosa--. Para esta escuela es una gran novedad porque es distinto a lo que se venía teniendo, y todo lo que es nuevo o diferente nos provoca un poco de incertidumbre, pero no está el deseo de dejarlos, jamás, sino el de estar siempre --dijo.

--¿Por qué tomaron esta decisión de trasladarse de Santa Elena?

--Hace un año o un poco más que venimos hablándolo en distintas asambleas con todas las Hermanas de la Congregación. Tratamos de poner en consideración la vida y la realidad de donde estamos viviendo, las fortalezas y debilidades nuestras, porque para tomar decisiones hay que tomar en cuenta muchas variables. Entonces, al formar las comunidades religiosas, nos encontramos con esta novedad: que a partir de ahora, transitoriamente, tanto en la comunidad de Cañada de Gómez -Santa Fe- como aquí en Santa Elena, no va a haber una comunidad de Hermanas de manera permanente. Pero eso no quiere decir que no estemos presentes o que no vayamos a seguir viniendo. Al contrario: siempre tenemos el deseo de volver--aseguró la Hermana Carmen--. Y en mi caso particular, desde lo personal, y esto también sumó al momento de la toma de decisión, tengo dos sentimientos muy encontrados: siento dolor y tristeza por tener que irme, y estoy contenta porque en mi nuevo destino podré estar más cerca de mi papá, que en junio cumple 82 años. Él vive en Haedo, provincia de Buenos Aires, y está solo porque quedó viudo. Tiene una afección en la vista llamada “maculopatía” que no le permite ver correctamente y que por el momento no tiene solución, además de otras enfermedades de la edad. Por eso ya hace un año a esta parte que vengo manifestándoles a las Hermanas la necesidad de ser trasladada, porque mi deseo es poder acompañarlo de manera efectiva y afectiva en este momento que le toca vivir. Y no me arrepiento para nada de esta decisión: considero que lo puedo hacer ahora que lo tengo; no quiero esperar a que sea tarde --expresó.

Por otro lado, cada vez menos jóvenes manifiestan la vocación de congregarse para ser religiosas. De los cuatro países en los que la Congregación Hermanas de San Antonio de Padua tenían presencia: Paraguay, Colombia, Bolivia y Argentina, actualmente permanecen en los últimos tres, con un total aproximado de “80 religiosas”, según calcula la Hermana Carmen.

--¿La disminución de las vocaciones, influye en esta decisión sobre Santa Elena?

--Sí, también, claro. Justamente es otra de las realidades que vivimos. Tanto en la Congregación como en la Sociedad de las Hermanas de San Antonio, que es la que congrega los siete colegios nuestros, hay distintos servicios que están ocupados por Hermanas y que requieren mayor tiempo, mayor disponibilidad para atender la animación y el acompañamiento permanentes. Buscamos que las comunidades sean de tres o más Hermanas porque nuestro carisma siempre fue la vida comunitaria entre nosotras, para desde allí poder tener una presencia significativa y evangelizar en el lugar donde nos toca estar de la manera más efectiva posible para todos; por eso regularmente somos trasladadas acá o allá. Además hay otras situaciones que uno también debe tener en cuenta, como por ejemplo las edades de las Hermanas, algunas ya bastante mayores, que necesitan más acompañamiento y cuidado, y que es algo que por otro lado nos favorece, porque una persona mayor, lo que más nos regala es su sabiduría de vida, su experiencia e historia, y eso nos fortalece --sostuvo Carmen, de 51 años.

--¿Hay también una intención de optimizar los recursos económicos?

--No, ese no es un factor que nos determine para vivir felizmente ni que sea determinante para nuestras decisiones. Si queremos optimizar algo, es una mejor calidad de vida para nosotros y los otros, y a pesar de la canción que dice: “El dinero no es todo, pero cómo ayuda”, para una buena calidad de vida lo importante es el ser de cada uno. Justamente, si buscamos ser tres o más de tres, es por el fortalecimiento de la vida comunitaria, lo vincular, el acompañarnos y atendernos, para así evangelizar y animar mejor en las comunidades en las que estamos insertas.

--Entonces, ¿no hay posibilidad de que a futuro pueda llegar a cerrarse el Colegio San Antonio en Santa Elena?

--No, para nada. De parte de las Hermanas, nuestro traslado es algo transitorio, tenemos siempre el deseo de volver y tenemos que confiar en Dios. Yo en lo personal, viviría aquí eternamente. Pero no siempre podemos hacer lo que nos gusta más o lo que quisiéramos, por determinadas razones, que no son buenas ni malas, sino que son situaciones de vida que nos toca vivir. Incluso en Haedo una vez nos pasó esta situación, que no hubo comunidad de Hermanas por un tiempo, pero después pudimos volver --contó la religiosa--. Ruego a Dios y le pido también a la gente que rece, para que este período transitorio sea lo más corto posible. A nosotras no nos resulta fácil ni sencillo, ni queremos irnos; en todo caso, lo que siempre queremos es expandirnos, pero a veces la realidad determina que es esto lo que podemos, lo que alcanzamos.

La Hermana Carmen extrañará Santa Elena y su gente, y aseguró que volverá, “para vivir” o aunque sea “para pasear”.

--Lo lindo de todo esto es saber que el carisma de Madre Antonia sigue estando presente a través de todas las personas que son parte de la familia antoniana, porque el carisma de una congregación no es solamente de las Hermanas, sino de todos los que quieran sumarse a él. En definitiva, nuestro objetivo es encontrarnos con Dios en la vida eterna, y para ello debemos ser evangelizadores, discípulos de Jesús, que es a quien seguimos y en quien creemos. En ese sentido, el Papa Francisco nos sigue insistiendo en que hoy por hoy el protagonismo es de los laicos y con esto no quiere decir que uno no tenga que ser lo que decidimos ser nosotros, los consagrados. Por eso quiero dejar en claro también que no se pierde y no se va a perder nunca lo que Madre Antonia tuvo desde el primer momento como deseo: evangelizar. Esta obra comenzó en 1889, sigue y va a seguir, porque nos transciende a cada uno de nosotros. Entonces, eso es lo maravilloso y lo grandioso, que el carisma antoniano está presente en todos los que nos consideramos parte y animadores de esta familia. Y en lo personal, la verdad que vivir acá en Santa Elena me llenó de felicidad y de bendiciones, como le he dicho a toda la gente a la que le he podido agradecer lo que hemos compartido. Si bien tengo el sentimiento de tristeza y dolor al tener que irme, estoy agradecida a la vida, a tanta gente con la que hemos compartido estos años y es una bendición. Voy a volver a Santa Elena, ya sea a vivir o a pasear. Por eso digo que será hasta luego, hasta cuando nos veamos, hasta que nos volvamos a encontrar…

 
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